domingo, 29 de marzo de 2020

ACABA LA CUARESMA

¿Qué tal chicos/as? 👋

FELIZ DÍA DEL SEÑOR


En el Evangelio de la Eucaristía celebrada hoy en este quinto domingo de cuaresma,  nos hemos adentrado en el séptimo y último de los "signos" que comienzan en Caná.

Este Evangelio nos muestra los sentimientos del Señor. Primero vemos cómo amaba Jesús a sus amigos Marta, María y Lázaro y luego podemos apreciar cómo Jesús se conmueve ante el dolor de Marta y María por el fallecimiento de su hermano Lázaro. Lo que nos muestra que Dios no es ajeno al dolor y sufrimiento humano. Dios ama al hombre, lo que posibilita el milagro.


Por el contrario, podemos comprobar la actitud de algunos personajes que aparecen en este relato, como la de los discípulos, que no entienden que Jesús quiera poner su vida en peligro.

Este relato, como dice D. Pedro Fraile, nos habla acerca de la victoria sobre el último de los enemigos, la muerte   (1 Cor 15,26). La "resucitación" de Lázaro no se puede equiparar a la resurrección de Jesús. Lázaro no resucita "glorioso" (huele mal), ni "para siempre" (volverá a morir). Su valor es el de prefigurar la resurrección de Jesús (hace ya "tres días", lo ponen en un "sepulcro", lo cubren con "vendas"). 

El "signo" de Jesús está acompañado con unas palabras qu, en realidad, son una profesión de fe "yo soy la resurrección y la vida". El séptimo signo (siete es número de cumplimiento), da plenitud a todos los anteriores. La resurrección de Lázaro es un anticipo de la victoria defini-tiva sobre todo lo que supone la muerte. La invitación a la fe que hace a Marta "¿Crees esto?", y la confesión en Jesús como el Mesías, "Tú eres"... implican al lector que no puede dejar de responder él mismo a estas preguntas. 

El encuentro personal con Cristo "sacia la sed infinita del hombre", "ilumina toda su existencia", "incorpora a la Vida"



¡¡¡Seguimos en contacto!!!

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